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La ‘revolución’ de un israelí contra el abusivo precio de la vivienda

post2elconfidencial.com, Pilar Cebrián, 17 de marzo – “¿Que cómo he llegado hasta aquí? Un día el casero me llamó para pedirme el alquiler que aún no había pagado y tuve que volver a suplicar dinero a mis padres”, comenta Amichai Shine dentro de su tienda de campaña. “Más tarde me llamaron del banco para solicitar los pagos de mi deuda… Decidí que sería la última vez”. Así resume este israelí de 35 años el día en que comenzó su modesta revolución contra los abusivos precios de la vivienda. Desde entonces, hace ahora siete meses, Amichai vive en un parque del centro de Tel Aviv.

Como cada jornada, vuelve del trabajo en bicicleta. Abre el candado de su tienda, deja su bolsa y acude a ducharse a un hospital cercano. A la vuelta toma un té con sus vecinos, un grupo de sintecho, arruinados o desahuciados. “La mayoría de quienes viven aquí tenían mucho dinero hace años”, cuenta, “el problema es que en Israel es muy fácil caer”. Lo sabe por experiencia propia, porque Amichai no tuvo suerte en los negocios. La crisis cerró su centro de entrenamiento físico y las pérdidas alimentaron la deuda que había contraído con el banco. “Debo 200.000 shekels (47.000 euros)”, sentencia.

Por ello, Amichai decidió abandonar su casa, por la que “pagaba 3.000 shekels (706 euros) de renta”. Instaló una tienda de campaña en el parque Arlozorov y comenzó su particular revolucióncontra la burbuja inmobiliaria que padece Israel a través de su blog. “En este país no importa lo duro que trabajes (…) Incluso si tienes un buen sueldo puedes no llegar a final de mes. Si descuentas ropa, comida y alquiler ya no te queda más dinero y tienes que pedirle a tus padres o solicitar un préstamo al banco”.

Los precios han subido un 55 % en 5 años

En los últimos años, la burbuja inmobiliaria ha empobrecido considerablemente la vida de los israelíes. Sólo quienes pertenecen a la clase más adinerada puede comprar una vivienda después de que los precios se hayan disparado un 55 % en los últimos cinco años, según el último informe elaborado por el interventor estatal Joseph Shapira. El precio de un piso en Tel Aviv ronda ahora los 600.000 euros; esto es, un israelí medio necesitaría 148 nóminas mensuales para pagarlo, comparado con las 76 de París o las 66 de Estados Unidos.

No obstante, “comprar” una vivienda no es la principal preocupación de la clase media israelí. Es el alquiler, que ha subido un 30 % desde 2008, y al que los ciudadanos dedican la mayor parte de sus sueldos. El comité Alaluf para luchar contra la pobreza ha revelado que muchas familias destinan el 61 % de sus ingresos a la renta. Para muestra, un botón: el precio de un apartamento en la metrópoli de Tel Aviv roza los 6.000 shekels al mes (1.414 euros), una importante suma para unos edificios en condiciones deplorables. En la mayoría, la instalación eléctrica data de los años cincuenta, los interiores no están aislados del frío y paredes y techos muestran averías considerables.

El suelo como producto

Ocho millones de israelíes viven un área del tamaño de Sicilia, pero se concentran principalmente en Tel Aviv, Jerusalén y la zona de la costa. En las ciudades del sur hay menos oportunidades laborales, lo que eleva la dependencia del transporte. Sin embargo, el quid de la cuestión es que el Estado posee y gestiona el 90 % de la tierra. Para Gin Gan Mor, representante de la organización “Vivienda Asequible”, el problema comenzó hace dos décadas, “cuando el Gobierno empezó a tratar la vivienda como un producto que vende a las constructoras y no como una necesidad para el ciudadano”, explica a El Confidencial.

Así, los últimos gobiernos han sido acusados de hacer un uso mercantilista del suelo, que utilizan “como una fuente de ingresos en lugar de un recurso para la población”, denuncia Gil. La farragosa burocracia entre el Estado y las constructoras provoca un efecto embudo que retrasa durante años la construcción de viviendas. La salida al mercado de un escaso número de pisos no satisface la demanda de los israelíes, por lo que, lógicamente, los precios suben.

¿Más vivienda pública?

Después de años de políticas favorables a las empresas inmobiliarias, en junio de 2011 cientos de israelíes iniciaron una protesta en Tel Aviv. La pionera fue Dafni Leef, una joven estudiante de cine que poco antes había recibido una notificación para abandonar su apartamento. Tras buscar sin éxito un piso asequible en Tel Aviv, decidió acampar en la calle Rothschild para exigir precios más justos en el sector de la vivienda. Durante aquellos días, activistas, trabajadores sociales y abogados de izquierda crearon movimientos para recuperar el control del mercado inmobiliario.

Una de ellas fue Yael Havassy, trabajadora social, abogada y activista de Public Housing, una organización por la vivienda pública en Israel. “En los años 60, las casas financiadas por el Estado eran el 25 % del total, ahora sólo hay 60.000, un stock que aloja al 3 % de la población”. Para ella, la manera en la que el Gobierno afronta el drama inmobiliario no es la correcta: “En lugar de invertir en la vivienda pública, el Estado paga una parte del alquiler a las familias que lo necesitan. Es decir, gente que debería vivir en una vivienda pública, participa en el mercado libre, y está subiendo el precio de los alquileres con el dinero del Estado”.

Según Yahel, actualmente 135.000 familias reciben esta subvención, un dinero “que nunca es suficiente, ya que el Estado concede una media de 750 shekels mensuales”, explica. Estas familias viven en riesgo de exclusión social porque “cambian de casa entre 5 o 10 veces al año al no poder afrontar todos los pagos”.

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