La población española se ha multiplicado por 2,5 desde 1900, pero, al mismo tiempo, un 70% de los municipios ha perdido residentes. En ese lapso de tiempo, un gran número de personas se ha desplazado del mundo rural al urbano, que ha pasado de agrupar un 50% de la población al 87%, mientras que en las zonas rurales solo ha permanecido el 13% restante. Alrededor de un tercio de los habitantes del país vive ahora en las 52 capitales de provincia, que han multiplicado por casi 5 veces su población desde principios del siglo pasado.
Este proceso de concentración ha derivado en la formación de áreas urbanas de gran tamaño, que generan efectos positivos en el mercado de trabajo, en la capacidad de innovación, en la productividad y en la atracción de capital humano altamente cualificado.
Variables como la renta anual de los hogares, el empleo y otras relacionadas con la innovación empresarial, como la solicitud de patentes o el registro de diseños y marcas, crecen en las áreas urbanas a un ritmo mayor que el aumento de su población, por lo que las áreas mayores tienden a presentar características más favorables en relación a estos indicadores.
Madrid y Barcelona son las áreas urbanas que destacan en el ranking que mide la capacidad innovadora y también se encuentran en los primeros puestos en cuanto a nivel socioeconómico, condiciones de vida urbana y salud. Sin embargo, otras áreas menos pobladas registran mejores resultados en algunas de las variables o indicadores.
Es el caso de Ibiza, San Sebastián y Girona que obtienen excelentes posiciones de acuerdo con el indicador de condiciones socioeconómicas, o de algunas ciudades de tamaño intermedio como Toledo o Guadalajara que se sitúan en el indicador agregado de condiciones de salud por encima de otras de mayor dimensión, de acuerdo con los datos que ha sido posible emplear en su construcción.
La monografía Las Áreas Urbanas Funcionales en España: economía y calidad de vida, presentada hoy por la Fundación BBVA, analiza los efectos de este proceso de concentración de población en aglomeraciones urbanas. En concreto, el estudio, elaborado por los investigadores del Ivie Francisco J. Goerlich y Ernest Reig, en colaboración con los técnicos también del Ivie Carlos Albert y Juan Carlos Robledo, trabaja con las 73 Áreas Urbanas Funcionales (AUF) identificadas en España por Eurostat. Bajo este término se agrupan las aglomeraciones urbanas con una densidad mínima de 1.500 habitantes por km2 y un umbral mínimo de población de 50.000 personas, así como sus áreas de influencia, es decir, municipios limítrofes en los que al menos el 15% de sus residentes trabajan o estudian en la ciudad de referencia.
Estas 73 áreas son muy heterogéneas, tanto en superficie como en tamaño demográfico y en composición municipal, que oscila entre solo 2 municipios, de AUF como Lorca o Algeciras, y los 166 del área urbana funcional de Madrid. Únicamente cinco de estas AUF superan el millón de habitantes (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao) y la más pequeña, Cuenca, apenas rebasa los 60.000 habitantes.
Según explican los autores, las AUF impulsan las economías de aglomeración, que tienen efectos positivos sobre la productividad del trabajo y la innovación. En concreto las ventajas que se derivan de la concentración de población y actividad económica se refieren a una mayor accesibilidad al mercado y reducción de costes de transporte, mayor facilidad en la transmisión de ideas y conocimientos entre los agentes económicos y mejora de la eficiencia en el funcionamiento del mercado de trabajo, ya que es más fácil para las empresas encontrar al trabajador adecuado, que, a su vez, dispone de mayor oferta de empresas que pueden necesitar de sus servicios. La literatura económica especializada ha observado también un efecto positivo sobre los niveles salariales.
Las economías de escala que se derivan del aumento de dimensión demográfica en las Áreas Urbanas Funcionales afectan en mayor medida a unas variables que a otras. Según explica la monografía dirigida por Reig y Goerlich las variables relacionadas con el espacio físico, como la superficie edificada o la superficie dedicada a vías de comunicación, aumentan más lentamente que el crecimiento de la población. Sin embargo, la renta anual, el empleo en el sector financiero o en los servicios a empresas o las solicitudes de patentes crecen más que proporcionalmente respecto al aumento de la población. También crecen más que proporcionalmente algunos fenómenos negativos como la delincuencia, calculada como el número de infracciones penales.
Según los cálculos realizados por los investigadores, doblar el tamaño de la población de un área urbana supondría aumentar los ingresos por habitante de sus residentes en un 2,8%. En el caso de las patentes, duplicar la población deriva en un incremento de los registros de patentes del 140%. Del mismo modo ese incremento de la población en un 100% daría lugar a un incremento del orden del 110% en la población con estudios universitarios.
Las áreas urbanas funcionales han sufrido los efectos de la crisis sobre el empleo de forma menos intensa que el resto del territorio, aunque con grandes diferencias entre las distintas AUF. El conjunto de las 73 áreas registró una caída media anual del empleo del 2,2% entre 2009 y 2013 y un crecimiento del 3,1% entre 2013 y 2016, mientras que la media de las 16 AUF más pobladas obtuvieron cifras ligeramente más favorables (caída del 2% y crecimiento de 3,3%). Madrid y Barcelona figuran entre las AUF que mostraron una mayor capacidad de resistencia en la fase recesiva, pero en la etapa de recuperación fueron superadas por áreas más pequeñas en las que generalmente tenía más peso el sector turístico.
Ranking de calidad de vida
La monografía analiza la calidad de vida que se disfruta en las 73 AUF no solo a través de las variables de carácter económico, como la renta o el empleo, sino que también contempla otros aspectos como las condiciones de salud, la seguridad ciudadana, el clima, o algunos aspectos ligados a la accesibilidad, etc.
En total, 35 variables que se agrupan en tres bloques temáticos y dan lugar a tres indicadores agregados: condiciones socioeconómicas (nivel de ingresos de los hogares, situación del mercado de trabajo, accesibilidad de la vivienda, nivel educativo y profesional de la población residente, etc.), condiciones generales del medio urbano (incidencia de la delincuencia, grado de participación ciudadana en procesos electorales, gasto municipal por habitante, tiempos de desplazamiento de los residentes al lugar del trabajo y algunas variables medioambientales) y condiciones de salud (tasas de mortalidad, incidencia de suicidios, esperanza de vida, etc.).
El ranking elaborado con los resultados correspondientes al primer grupo sitúa a Ibiza, Barcelona, San Sebastián, Madrid, Girona y Palma de Mallorca, a la cabeza del sistema urbano español, seguidas de un grupo de ciudades pertenecientes principalmente al cuadrante Nordeste de la Península, al que se añaden algunos municipios turísticos.
En el segundo grupo, relacionado con las condiciones generales de habitabilidad o confortabilidad del medio urbano, las posiciones más destacadas pertenecen a Barcelona y Madrid, aunque también destacan algunas otras de las ciudades de mayor tamaño del sistema urbano español (San Sebastián, Sevilla, Bilbao y Valencia), más dos importantes destinos turísticos (Benidorm y Palma de Mallorca) y una serie de ciudades de dimensión intermedia del País Vasco, Navarra y Cataluña. También Granada, León, Guadalajara y Salamanca aparecen en buena posición.
Por último, en el tercer grupo, que refleja las condiciones de salud, es más difícil encontrar una pauta geográfica definida que caracterice a las ciudades que obtienen las mejores puntuaciones. Las más destacadas forman un grupo bastante heterogéneo, entre las que aparece en los primeros lugares Toledo, junto con Guadalajara, Madrid, Murcia, Vitoria y Albacete. De las 16 mayores ciudades aparece también en este grupo, además de Madrid y Murcia, la ciudad de Barcelona.