Nerea Gastesi (iAhorro)
Lo jóvenes no lo tienen fácil a la hora de conseguir una hipoteca. Según los últimos datos de iAhorro (marzo 2021) una persona tarda unos 7 años aproximadamente en ahorrar el dinero que se necesita para poder solicitar un préstamo de estas características.
Se trata del 30% del valor de la vivienda que se quiera adquirir: 10% para afrontar los gastos de la operación (el coste de la compraventa y formalización de la hipoteca) y el 20% restante para completar la adquisición, debido a que las entidades suelen otorgar el 80% del valor de la propiedad.
No obstante, teniendo en cuenta que, según los últimos datos (2020) del Instituto Nacional de Estadística (INE),los jóvenes (25 a 34 años) ganan de media unos 1.700 euros al mes resulta complicado que ahorren en siete años 45.000 euros, dinero que necesitarían para adquirir una vivienda de 150.000 euros, por ejemplo.
¿Qué solución existe en estos casos? Algunas entidades se han percatado de las dificultades de algunos jóvenes para acceder al mercado hipotecario y, por ese motivo, han sacado al mercado productos adaptados para ellos.
La clave de estas hipotecas es que intentan dar solución al mayor problema que tienen estas personas: los ahorros. En estas hipotecas la entidad ofrece financiar hasta el 90 o, incluso, el 95% del precio de la vivienda, por lo tanto, el futuro propietario tan solo tendrá que aportar un 15 o 20% añadido. Con una vivienda de 150.000 euros habría que ahorrar unos 22.500 o 30.000 euros, 15.000 euros menos que en una hipoteca habitual.
Son buenas noticias para estas personas, pero, a cambio, el banco suele pedir una condición: contar con un avalista. ¿Qué es lo que significa?
Un avalista es una garantía, es decir, una persona que, en caso de que el titular de la hipoteca no pueda asumir la deuda, se haga cargo de la misma. Para poder pagarla tendrá que responder con sus bienes pasados, presentes y futuros. Es una forma que tiene el banco de asegurarse de que el dinero que ha prestado le será devuelto pase lo que pase.
Esta figura se convierte en parte del contrato hipotecario y, por ese motivo, suele firmar ante notario junto con el futuro propietario y la entidad bancaria. De esta manera el avalista queda ligado a la hipoteca y se verá obligado a cumplir con su parte si se dan las circunstancias.
El avalista no tendrá esa responsabilidad durante toda la vida de la hipoteca. De hecho, en este tipo de préstamos suelen tener la función de garantía durante los primeros cinco años y, a partir de ahí, quedan liberados de dicha responsabilidad. Esto se debe a que las entidades entienden que, si en cinco años el propietario ha podido afrontar la deuda sin problema alguno, no existe el riesgo de que pueda ocurrir más adelante. No obstante, las condiciones dependerán de cada entidad.
El perfil de un avalista
Al ser la garantía de la hipoteca un avalista no puede ser una persona cualquiera. Dicho de otra manera, al igual que el propietario de la vivienda debe cumplir una serie de requisitos para que la entidad lo apruebe.
Un avalista debe ser una persona que pueda ser capaz de afrontar la cuota de la hipoteca que respalda, por lo tanto, lo primordial es que tenga ingresos estables. Para comprobarlo la entidad realizará un análisis de su vida laboral y los ingresos que percibe mensualmente.
Las deudas también serán un aspecto a tener en cuenta. Al banco no le interesa una persona que no esté al corriente en sus pagos, puesto que existiría el riesgo de que no pudiera asumir el coste de la hipoteca si se dieran las circunstancias.
En definitiva, el avalista es una persona que asume un riesgo, debido a que puede acabar pagando la hipoteca de otra persona. Es por ello que el usuario que vaya a asumir ese papel debería estudiar su situación financiera antes de asumir dicha responsabilidad.