Que se encienda la luz de forma automática al entrar en casa, conectar la calefacción desde el trabajo, contar con detectores inalámbricos de humo o encender la cafetera diez minutos antes del desayuno parecen acciones sacadas de una película futurista. Pero lo cierto es que ya es posible implantarlas a día de hoy, y de forma sencilla, rápida y asequible, en cualquier hogar, ya sea una casa de nueva construcción o una vivienda antigua. Solo hay un requisito: contar con una red doméstica de Internet capaz de soportar la integración de aquellos componentes que harán de tu hogar un hogar inteligente, independientemente de la fecha en la que fue construido.
Según los datos más recientes, más del 83% de las viviendas españolas tienen acceso a internet, y la tendencia sigue creciendo año tras año. Gracias a ello no solo podemos conectarnos a través de ordenadores, smartphones, tablets, televisores y videoconsolas: podemos cambiar también cómo funcionan las propias casas. La conectividad y el desarrollo de nuevas tecnologías permiten ya controlar a distancia diversos dispositivos en el hogar, y la previsión es que las casas estén cada vez más conectadas.
“De hecho, hemos pasado de pensar en la mera automatización de las casas a conceptos mucho más avanzados como la creación de hogares inteligentes”, afirma Rafael Ors, catedrático de arquitectura y tecnología de computadoras en la Universidad Politécnica de Valencia y experto en domótica.
Sin embargo, aunque ya está disponible todo lo necesario para disfrutar de las ventajas que ofrece un hogar “domotizado”, aún existen algunos retos que esta tecnología tiene por delante para que sea capaz de experimentar su despegue definitivo y así conseguir que cada vez sean más las viviendas inteligentes.
Controlar la casa desde el móvil
Actualmente ya existe la tecnología necesaria para aumentar el confort de las casas, con el control de diferentes elementos como subir y bajar las persianas a ajustar la temperatura de la calefacción o el aire acondicionado, programar el despertador y encender, apagar o regular la intensidad de las luces.
También se ha mejorado la seguridad con la posibilidad de conectar y desconectar la alarma a distancia, contar con sensores de presencia o con cámaras de vigilancia con identificación de rostros. La mayoría de estas acciones se pueden controlar desde aplicaciones en el móvil, pero también y cada vez más mediante órdenes de voz, bien a través del propio teléfono o bien con dispositivos específicos como Google Home.
“Hasta ahora las casas han sido pasivas, pero cada vez más se convierten en activas. En vez de levantarnos a encender la luz, podemos hacerlo con una app o mediante una orden verbal”, dice Rafael Ors. “Y las órdenes pueden ser cada vez más complejas. Ya no se trata solo de decir ‘encender la luz del comedor’, sino que con la tecnología que tenemos podemos ordenar directamente ‘apagar todas las luces’ cuando salimos de casa o decir ‘me voy a dormir, pero antes quiero leer un poco’ y el hogar inteligente cerrará las puertas y apagará todas las luces excepto las de la mesita de noche, que pondrá a nuestra intensidad preferida para leer”.
Hacia la casa inteligente
La casa del futuro irá aún mucho más allá y llegará, junto a otras tecnologías inteligentes (coches inteligentes, ciudades inteligentes, ropa o alimentos inteligentes…) a cuidar a sus ocupantes y a anticiparse a sus necesidades. La casa inteligente podrá controlar, por ejemplo, cuándo está llegando el coche, y abrir la puerta o alcanzar la temperatura ambiental idónea justo a tiempo.
“Todos estos mecanismos permitirán, además, mejorar la eficiencia energética. Actualmente se calcula que el gasto de domotizar una vivienda se puede amortizar en tres o cuatro años, porque la inversión se compensa con un uso más efectivo de la energía. Y los precios serán cada vez más económicos”, apunta el experto.
Una de las características destacables de la casa inteligente es que será cada vez más eficiente y sostenible energéticamente, porque optimiza el uso de recursos como agua, gas o electricidad. Por ejemplo, para subir la temperatura de una habitación soleada, el hogar inteligente puede subir una persiana en vez de encender un radiador eléctrico.
‘Tags’ para hacernos la vida más fácil
Buena parte de esta evolución dependerá de la implantación de las ‘etiquetas inteligentes en ciertos productos que cambiarán la manera con que nos relacionamos, por ejemplo, con la nevera. Una nevera inteligente puede leer estas etiquetas que incluyen información exhaustiva. “Gracias a estas ‘tag’ podremos conocer los detalles de producción y la trazabilidad de cada producto, pero además una nevera inteligente nos puede sugerir recetas, avisarnos cuando se acerque la fecha de caducidad, controlar si se ha terminado y sugerirnos si queremos añadirlo a la próxima lista de la compra”, explica Ors.
Adaptarse y transformarse poco a poco
Según el catedrático, la mayor parte de la tecnología necesaria para adaptar los hogares a estas nuevas funciones ya está disponible, pero falta que la sociedad las conozca poco a poco y aumente la demanda. “Los dispositivos electrónicos tienen cada vez más potencia y conectividad y menor consumo, tamaño y coste. Como decíamos, los hogares ya disponen de conexión a Internet y sus ocupantes nos hemos acostumbrado a manejar con soltura todo tipo de dispositivos electrónicos.
Por tanto, creo que ya se dan las condiciones necesarias para que las nuevas tecnologías de los hogares inteligentes comiences a ocupar un espacio en nuestras vidas. Del mismo modo que los móviles, los smartphones, se han vuelto casi imprescindibles, todo indica que poco a poco el hogar inteligente y las ventajas que ofrece acabará por convertirse también en algo habitual para todos”, concluye Rafael Ors.
Mientras tanto, la tecnología sigue evolucionando a una velocidad de vértigo y habrá que prestar atención a las próximas novedades. La casa del futuro está cada día más cerca.