Crece la distancia entre la cantidad de dinero que se pide en las hipotecas y el valor de la vivienda. Es lo que se conoce como LTV, por las siglas en inglés de Loan-to-value.
Hace poco más de un año, en enero de 2018, el importe que se pedía en un préstamo para la compra de una vivienda suponía, como media, el 86 % del valor de tasación o compraventa del inmueble. Catorce meses después, en marzo de este 2019, a duras penas superaba el 80 % (concretamente, el 80,85%) y en lo que va de abril es aún algo más bajo (80,71 %), según un estudio llevado a cabo por el comparador de productos financieros CrediMarket.com.
En los años posteriores a la crisis económica, las entidades endurecieron los requisitos a la hora de conceder financiación: mayores ingresos y estabilidad laboral, aportar una cantidad importante de ahorros… Y dejaron para la historia (y para casos muy anecdóticos, como cuando se trataba de la adquisición de un piso de su titularidad) las hipotecas que ofrecían el 100 % del inmueble. Facilitaban, como mucho, el 80 % del valor de tasación o compraventa de la vivienda.
Con todo, durante el año pasado, se constató una mayor laxitud en los requerimientos y si bien ese era el porcentaje máximo, había bancos que, en función del perfil del solicitante, se mostraban abiertas a ampliarlo hasta rondar el 90 %.
Mayor importe, menor porcentaje
En cuanto al importe medio solicitado y el valor de la vivienda, siguiendo con las cifras de CrediMarket, han ido aumentado pero con diferencias. Si bien el primero ha alcanzado en marzo los 135.136 euros (en enero de 2018 era de 132.037 euros) el segundo suma, en los mismos periodos, 153.670 euros y 167.824 euros, respectivamente.
Esto es, a tenor de los datos, los compradores de viviendas a la hora de adquirirlas intentan aportar cerca del 20% del valor y se ajustan cada vez más el importe al LTV que establecen las entidades.