Frente al incremento de los precios del alquiler, muchos se plantean ahora la eterna pregunta: ¿comprar o alquilar? España ha sido considerado tradicionalmente como un país predispuesto a la compra, y es que para muchos, tener una vivienda en propiedad es optar por la seguridad frente a una situación de paro (si se tiene pagada o si se puede hipotecar) y una forma de afianzar el futuro de los hijos. Esto explica por qué en España la tasa del alquiler es menor que el de la media europea.
Sin embargo, la llegada de la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria provocó que el alquiler comenzara a consolidarse como una alternativa real a la hipoteca, al menos hasta que el ajuste de los precios se haya completado.
Situación actual: un punto de inflexión
La precariedad laboral y económica y la dificultad de acceso al crédito han hecho que sean muchos los que se decanten por el alquiler (aunque muchos afirmen que, si pudiesen, comprarían).
Para algunos, alquilar ya no es tirar el dinero, sino que es una opción que permite invertir lo que supondrían la entrada, el notario y otros gastos en consumo, formación u ocio. Una opción ideal para aquellos que, por movilidad laboral o por ampliar la unidad familiar, necesiten un cambio de vivienda.
Comprar o alquilar: factores a tener en cuenta
La elección entre una vivienda de compra o alquiler puede afectar mucho a la economía familiar, por lo que hay que tener en cuenta varios factores:
- Dónde se quiere vivir (en qué zona y barrio)
- Por cuánto tiempo se quiere residir en esa zona
- Cuáles son las necesidades personales
- Cuánto se quiere/puede invertir en el pago de la vivienda
- Qué uso se le quiere dar a la vivienda
El alquiler es una buena opción, sobre todo a corto y medio plazo, ya que no requiere apenas inversión inicial. Sin embargo, los expertos siguen señalando la compra como la mejor elección a largo plazo, ya que al final terminan por amortizarse los gastos iniciales.
Por ejemplo, en las zonas residenciales mejor valoradas de las grandes urbes, el alquiler siempre es mucho más recomendable, puesto que la diferencia entre el €/m2 de venta y de alquiler suele ser muy amplia. Por el contrario, en zonas más baratas, las diferencias entre las mensualidades de renta y de hipoteca se acortan, llegando a ser insignificantes en algunas ocasiones y resultando mucho más rentable optar por la compra.
Sea como sea, si se consigue financiación para la compra de una vivienda, es recomendable que la hipoteca no supere el 30 % de los ingresos o bien que, una vez pagada la renta del alquiler y todos los gastos mensuales, se pueda ahorrar al menos un 10 %.
Está claro que no existe una verdad universal. Saber si lo mejor es comprar o alquilar requiere analizar muchos factores pero, de manera general, ¿cuáles son las principales ventajas e inconvenientes de ambas opciones?
Comprar vivienda: ventajas e inconvenientes
Salvo en la coyuntura de crisis económica vivida en España, la vivienda suele estar considerada como un bien que se revaloriza con el tiempo y, en momentos de apuros económicos (sobre todo si está ya pagada), puede convertirse en una fuente de dinero y una importante medida de ahorro para la vejez o para dejar en herencia.
Disponer de una vivienda en propiedad también permite decorarla y reformarla al gusto de cada uno, lo cual puede ayudar a revalorizarla.
Como inconvenientes, además de los graves problemas que suponen el impago de la hipoteca, hay que destacar el gran desembolso inicial que conlleva la compra (entre un 20 % y un 40 % del valor de la venta), sin contar las posibles molestias de realizar estos trámites. Otra de las desventajas es tener que pagar las tasas municipales y los gastos de comunidad.
Alquilar vivienda: ventajas e inconvenientes
Entre las ventajas del alquiler, destaca el hecho de no tener que hacer una gran inversión (con tan solo pagar la fianza y el primer mes suele ser suficiente). Además, las tasas, comunidad y el mantenimiento suele correr a cargo del propietario. Por otra parte, el papeleo y las gestiones a realizar son mínimos y, ante cualquier problema o cambio en las necesidades, siempre se puede dar de baja el contrato con solo avisar con un mes de antelación.
El alquiler, además, también comporta beneficios fiscales (de hecho, más que en la compra), tanto al inquilino como al propietario. Así, el arrendador tiene derecho a recibir deducciones sobre impuestos y tasas como el IBI, los gastos derivados del arrendamiento, los destinados al mantenimiento o reparación de la vivienda, los seguros… Mientras, el arrendatario se puede deducir el alquiler por vivienda habitual, aunque el porcentaje dependerá de la base imposible a aplicar al contribuyente y de las reformas (concertadas siempre con el dueño del inmueble) realizadas por él.
¿El futuro es el alquiler?
Pese a que el alquiler está ganando muchos adeptos –en parte gracias a la movilidad laboral–, lo cierto es que con la bajada de los precios de los pisos, las rebajas en los tipos de interés y la ligera apertura del grifo del crédito por parte de los bancos, son muchos los que seguirán optando por la compra de la vivienda.
Por su parte, los expertos advierten que, para que se consolide el cambio de tendencia, es necesario el apoyo de las administraciones y que el sector del alquiler se profesionalice, además de unos precios coherentes y competitivos frente a los de venta y unas condiciones acordes con la vivienda.