Respetar las cláusulas pactadas en el contrato y seguir unas reglas básicas de convivencia con los vecinos resulta imprescindible para que arrendatario y arrendador disfruten sin problemas del alquiler. De hecho, seguir esas normas puede incluso ayudar a conseguir una rebaja en el precio de la renta, pero… ¿sabes qué tienes que hacer para convertirte en el inquilino perfecto?
Pagar la renta cuando se debe y no retrasarse nunca con el pago
El inquilino debe pagar en los plazos estipulados la mensualidad acordada. De no ser así, pasado el mes de impago, el arrendatario se arriesga a una sentencia de desahucio.
Negociar el precio del alquiler en los momentos clave y no todo el tiempo
La renta solo puede actualizarse de manera anual, en los términos pactados por ambas partes.
Cuidar la vivienda como si fuese propia
De no ser así, se podría perder la parte o totalidad de la fianza, dependiendo a lo que asciendan los daños.
Realizar mejoras con el consentimiento del propietario
Estas, además, pueden suponer una rebaja en el precio del alquiler siempre y cuando se hayan pactado con anterioridad con el propietario (las obras nunca pueden afectar a la estabilidad o la seguridad de la vivienda).
Respetar las normas de convivencia con los vecinos
El artículo 27.2 de la Ley de Arrendamientos Urbanos contempla la realización de actividades molestas como una de las causas de resolución del contrato, por lo que, agotada la vía de diálogo con los inquilinos, el propietario puede dar por finiquitado el contrato de arrendamiento.
Reparar los desperfectos causados por los malos usos
Siempre que los desperfectos se deban a un mal uso, los gastos corren a cargo del inquilino. Si se determina que los daños o averías se deben a la antigüedad del objeto o aparato, la reparación o su sustitución le correspondería al arrendador.
Cumplir con los tiempos estipulados en el contrato de alquiler
Aunque el inquilino puede anular el contrato a partir de los seis meses siempre y cuando avise al arrendador con una antelación mínima de 30 días, si se indica en el contrato, si el inquilino se va antes de finalizar el contrato, el propietario puede reclamar la cantidad equivalente a una mensualidad de la renta por cada año que falte por cumplir.
Dejar la vivienda tal y como estaba antes de finalizar el contrato de alquiler
El propietario puede reclamar la parte proporcional de la fianza si el arrendatario ha realizado daños en el inmueble, no por el uso normal del mismo si no por un mal uso imputable al inquilino.
Pagar los suministros y otros gastos cuando le corresponden
Los gastos de agua, luz y gas, entre otros, correrán a cargo del inquilino siempre y cuando el contrato no indique que es el propietario el que pagará estos recibos.
Mantener buena relación con el casero
Y el casero con el inquilino, por supuesto. Y es que, como dice el refrán, «dos no discuten si uno no quiere». Si cada uno pone de su parte, seguro que el alquiler resulta mucho más beneficioso para todos.