En los últimos días hemos hablado mucho (muchísimo) sobre el incremento de la electricidad, pero en general, también sobre el precio de las energías, que no han dejado de subir desde el pasado mes de agosto. Hoy se encuentran en extremos insospechados y lo cierto es que, según las previsiones del Gobierno, los precios seguirán estando por las nubes hasta bien entrado 2022. Otra cuestión que están abordando los medios, especialmente los económicos, es la subida del IPC. Pero, ¿por qué?
¿Qué es el IPC y para qué sirve?
Empecemos por el principio, porque muchas veces quizá nos pase por alto que muchos ciudadanos no están familiarizados con algunos términos económicos. En este caso indicadores. Porque sí, el IPC son las siglas del Índice de Precios al Consumo (IPC), un indicador que mide cómo van variando los precios de la cesta de bienes y servicios en nuestro país. Como puedes imaginar, pues, esta cifra es la que sirve para medir cómo varían los precios en un país y, por tanto, de qué manera evoluciona el coste de la vida.
Para calcularlo, los economistas confeccionan la que podría ser la cesta de la compra de una familia, de modo que incluye un poco de todo lo que las personas necesitamos y compramos: comestibles (los básicos), textiles, calzado, carburantes, transportes y otros bienes o servicios parecidos. El registro de los precios sobre estos bienes es lo que sirve para hacer el seguimiento durante un trimestre o un año.
Si el IPC se incrementa nos ofrece un balance positivo y de ello podemos deducir que el coste de la vida ha subido en un porcentaje determinado. En cambio, que el índice sea negativo nos indica que el coste de la vida se ha reducido.
El IPC está experimentado hoy un incremento sin precedentes
En los últimos meses, los precios se han incrementado sin medida. El incremento global de la energía ha influido muy notablemente y también está influyendo en el precio de otros productos. Septiembre cerró con una inflación del 4 %, octubre en el 5,5 % y se espera que en noviembre el porcentaje escale hasta un 7 %. Los precios se han acelerado y esto no ocurría en nuestro país desde 1992, el año de los Juegos Olímpicos. Tampoco había sucedido nunca que los precios se incrementaran más de un punto desde los 80.
El precio de la energía y su progresivo encarecimiento ya está empezando a afectar a otras parcelas de la economía, incluyendo alimentos, productos energéticos y precios industriales, que acusarán igualmente la escalada de precios. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) también se verán repercutidos por la situación, dado que el Estado tendrá que compensar a los pensionistas por tamaña desviación.
¿Qué impacto tendrá esto en el bolsillo de los consumidores?
Si los sueldos no responden a la escalada del IPC (y esto es lo que sucederá, pues solo algunos colectivos tienen contemplado el mantenimiento del poder de compra), los ciudadanos verán reducido su ahorro. No en vano, tendrán que hacer frente al gasto de los productos cotidianos (los de la cesta de la compra habitual) con el mismo sueldo de que disponían antes, al haberse multiplicado por cinco el IPC los valores prepandemia.