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10 preguntas que debéis responder antes de comenzar a compartir piso

Con la llegada del mes de septiembre, muchos estudiantes ultiman los preparativos para empezar el nuevo curso. Uno de los más importantes, qué duda cabe, es instalarse en el piso que acaban de alquilar para compartir con otros.

De hecho, compartir piso es una opción a la que suelen adaptarse bien los estudiantes, pero también otras personas que tienen la necesidad de reducir gastos y acceder así a una solución habitacional mucho más barata que alquilar vivienda en solitario.

Pero compartir piso tiene su ciencia. Antes de embarcarse en el proyecto, hay que sentar las bases para una buena convivencia. Y no es fácil. Hay muchas cuestiones a tener en cuenta, de cuya consideración dependerá que el proyecto de convivir con otras personas sea un éxito. Hoy te planteamos 10 preguntas que debéis responder entre todos antes de comenzar a compartir piso.

10 preguntas que debéis responder antes de comenzar a compartir piso

1. ¿Qué horarios tienen las personas que conviven en un piso compartido?

Nos referimos, claro está, a los horarios relativos al trabajo y los estudios, que serán las principales ocupaciones de los convivientes. Es importante informar a los demás de cuáles serán nuestras rutinas, para que puedan tenerlas en cuenta. Imagina que uno de los compañeros de piso comienza a trabajar a las seis de la mañana. Es natural, pues, que necesite ducharse por la noche y acostarse pronto, puesto que se levantará a las cinco.

2. ¿Cuándo se puede hacer ruido en un piso compartido?

Los ruidos son parte de la vida y de la convivencia, por tanto, hay que asumir que se producirán. No obstante, hay que regularlos, en el sentido de que conviene respetar las horas de estudio, de teletrabajo y, por supuesto, de sueño. Así, si alguien necesita ensayar con su batería, deberá hacerlo siempre que sea posible dentro de la franja de horario pactada para hacer ruidos y así no molestar a los demás. Este tipo de extremos tienen que ponerse en común.

3. ¿Se pueden invitar personas a casa o tener mascotas en un piso compartido?

Hay que establecer una norma clara sobre si se pueden invitar personas (no convivientes a casa). Es decir, si puede venir la pareja de alguien y quedarse a dormir, por ejemplo, si se pueden hacer cenas con amigos y, por supuesto, si existe la posibilidad de tener mascotas en un piso compartido. Dejar clara esta cuestión os evitará muchos problemas durante la convivencia.

4. ¿Cómo se organizan las comidas y se divide el frigorífico?

La cocina de un piso compartido es terreno abonado para la discusión. En algunos pisos se opta por individualizar el uso de la misma, lo que también implica que cada persona tenga sus propios alimentos y, por tanto, su estante reservado en el frigorífico. Otras personas deciden rotar la responsabilidad de hacer la comida y comparten gastos a la hora de hacer la compra. Hay que decidirlo antes en función de las necesidades, gustos y, por supuesto, horarios de cada uno de los convivientes.

5. ¿Quién limpia qué en un piso compartido?

Otro punto capital: la limpieza en un piso compartido. La distribución de tareas es fundamental, puesto que hay espacios comunes que conviene limpiar a diario o con mucha más asiduidad:, como la cocina o el baño. Lo ideal es establecer un calendario de limpieza para que todas las personas tengan su porción de responsabilidad. Otra solución puede ser contratar un servicio diario o semanal, aunque está claro que no saldrá tan barato.

10 preguntas que debéis responder antes de comenzar a compartir piso

6. ¿Cómo se divide el uso de los espacios comunes?

En los pisos compartidos hay que diferenciar entre los dormitorios, que se convertirán en espacios privados de cada una de las personas que conviven, y los espacios comunes, como pueden ser el salón, la cocina, los baños, las terrazas o los balcones, siempre y cuando no estén en los dormitorios. Sea como sea, antes de empezar a convivir hay que hacer el reparto de habitaciones (puede ser por sorteo o de acuerdo con un criterio de peso) y establecer unas normas claras sobre cómo se usarán los espacios comunes.

7. ¿Cómo se hará frente a los gastos en común?

Hay ciertas cosas en una vivienda que son de uso compartido. Estamos pensando en los suministros (el gas, la luz, el agua…) o en cosas tan mundanas como el papel higiénico, la sal o el aceite. También hay otros gastos que pueden añadirse a la ecuación, como por ejemplo la cuota de las plataformas para ver series o películas. ¿Quién paga todo esto y cómo? Hay que acordarlo antes de empezar a convivir. Lo más habitual es poner una hucha común y de ahí ir pagando los gastos, aunque con soluciones actuales como Bizum el hecho de compartir gastos puede ser mucho más ágil y cómodo

8. ¿Se puede fumar en el piso compartido?

Hace ya varios años que la Ley del Tabaco ha restringido los espacios en los que se puede fumar. De hecho, aunque ahora nos parezca muy normal que no se fume, hasta hace no tantos años se fumaba en los restaurantes y en otros espacios públicos, especialmente los dedicados al ocio. Es muy normal que se establezcan restricciones en un piso compartido en cuanto al consumo de tabaco. Lo más lógico es evitarlo para no perjudicar a los demás, pero cada grupo de convivencia establece sus normas. Algunos admiten que se fume en el balcón o en la terraza. Otro son más restrictivos: en cualquier caso, hay que hablarlo. 

9. ¿Qué pasa si hay personas con alergias en el piso?

Afortunadamente no son la mayoría, pero son muchas las personas que sufren alergias de carácter grave, muchas de ellas relacionadas con los alérgenos que existen en las viviendas. Si una persona tiene un problema de alergias debe indicarlo a sus compañeros, para que puedan tenerlo en cuenta y gestionarlo adecuadamente. Es muy probable que tenga que extremarse la limpieza o evitar ciertas sustancias, como por ejemplo el humo del tabaco, para no empeorar la situación de la persona afectada.

10. Elegir o repartir las habitaciones y los gastos en el piso compartido

Del mismo modo que conviene decidir cómo se usarán los espacios comunes, hay que repartir los dormitorios, teniendo en consideración que no todas las estancias son iguales. Esto también puede hacer que una habitación u otra no cuesten lo mismo, dependiendo de si una disfruta de más ventajas que otras, como puede ser la disponibilidad de balcón, terraza o, sencillamente, de si tiene ventanas abiertas a la calle (y por tanto, más luz), más metros cuadrados u otras facilidades.

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